Texto publicado en el catálogo de la exposición “Pinturas de Cortijo”, Galería Quixote, Madrid 1964
Correspondemos a la petición de numerosos coleccionistas españoles y extranjeros, ofreciendo de nuevo una exposición del pintor sevillano Francisco Cortijo.
Digamos que no ha sido nada fácil el poder hacerlo. QUIXOTE, que sirve de forma exclusiva la difusión de las creaciones del joven artista de la nueva Escuela de Sevilla, posee en este momento en su archivo más solicitudes interesadas en adquirir obras de Cortijo, que posibilidad de complacerlas, conocido el estilo lento y preciosista del artista, que necesita muchos días de continuada tarea e inspiración para poder poner su firma en una obra terminada.
No obstante y anteponiendo a todo y sobre todo la “aparencial comercialidad”-el modo institucional de QUIXOTE que ha sellado siempre con lema de servicio todas sus actividades, brindamos a nuestros amigos una exposición completa y doblemente interesante por el magnífico conjunto de cuadros llenos de madurez y expresividad, y por la realización, oficio cada día más afinado y brillante. Añadimos que, para poder reunir esta exposición hemos venido reservando todas las pinturas realizadas por Cortijo en su estudio de Alcalá de Guadaira, desde el momento mismo en que clausuramos su anterior exposición en octubre de 1963 en QUIXOTE.
NO PASE NADIE QUE NO SEPA PINTAR
Sin querer extendernos en otras aseveraciones que las de nuestra rigurosa voluntad de servicio a un arte español digno de este título, y por ello espiritualmente compensador de las duras tareas y sacrificios que en estos momentos y dentro del marco de la vida cultural española cumplimos las galerías de Arte, si queremos afirmar que solamente una rigurosa actitud selectiva-NO PASE NADIE QUE NO SEPA GEOMETRÍA-sobre la base de una profesionalidad ganada en pública palestra, montada en unas premisas en las que la parte fundamental corresponda a la continuidad, a la formación estudiosa y disciplinada, cerca de maestros sabios y conscientes, y a la lección de los Museos, puede poner urbanidad y sosiego, orden y respeto cualitativo, al confuso panorama de nuestro arte.
En los últimos años y con el mismo atraso y anacronismo que antes llegaron a España los ismos del nuevo siglo, hemos asistido aquí a los experimentos plásticos de unas tendencias que, si por un lado significaban una concepción del arte, la más alejada de lo esencial español(la salvación por la unicidad, el ¡dejadme solo! Quijótico y unamuniano), por otro lado, al ser recibidas aquí tan tardíamente, decantaban por inercia una conformación gregaria con las falsillas y patentes que cuatro décadas de cosmopolitismo abstracto-Kandinski, Mondrian, Kupka, estrenan el abstracto en 1910_habían establecido y formalizado. En consecuencia, todo lo que en España se ha hecho dentro de esa corriente-y ello sin desconocer las cualidades decorativas de nuestros abstractos, por españoles forzosamente individualistas-puede decirse afectado por un manido manierismo, o como ya se ha dicho, novoacademicismo.
Por demás, el abstracto, de tan retrasado nacimiento entre nosotros-las primeras manifestaciones, el Grupo Pórtico, de Zaragoza, son de 1945-trajo consigo una apariencia de facilidad que hizo creer a muchos inocentes y señoritos desocupados que habían nacido para pintor abstracto, lo que produjo una epidemia de practicones, la más aburrida y desmoralizadora que jamás conoció la historia de nuestro arte, hasta el punto de que en los momentos de mayor virulencia, pudo llegar a creerse que habíamos descarrilado a una vía muerta y que al final era el manicomio, la desesperación, la nada.
ESO LO PINTO YO…
Las consecuencias están aún presentes. Recordemos la proliferación de salas-Galerías como zapaterías, vendiendo pinturas como podrían vender batidoras o repollos-para poder albergar tanto histrión, impertinente, snobs neuróticos autores de embadurnadas reposterías insoportables y pueriles. Recordemos la desorientación del espectador, vacilante náufrago ante tanta percalina y cartón pintado, y la reacción, con un grito que aquí quedó como definición apocalíptica y final:-Eso lo pinto yo. Y por último recordemos, cómo la minoría de coleccionistas, que tan trabajosamente se había logrado reunir, por gracia de los pacientes cuidados de una pléyade de artistas y estetas de abnegada vocación crítica y docente, se vino abajo, desmoronada ante la fatalísima avalancha de trastos, bultos y plúmbeas materias.
Señalaba hace unos días un distinguido pintor español, más famoso por lo anecdótico que por lo sustancial, que después del abstracto, había sucedido el Pop-Art, y que después de éste, venía irremisiblemente, el pompier…Quienes estamos en la brecha de la actividad artística, podemos confirmar que el chiste daliniano no deja de tener una gran parte de verdad. Y lo hacemos evidente afirmando que reacción contra la aburrida dieta del abstracto, es, sin duda alguna, el retorno de un realismo ingenuo y naturalista sin saludación estética, que se está produciendo en todas partes. Y con mayor proporción que en parte alguna en Estados Unidos, justamente en la meca donde se habían levantado las sinagogas del abstracto como un arte nacional e idóneo a la culturización y hegemonía universal del gran pueblo de Monroe.(los dos últimos años, están marcados por la exportación de ingentes cargas de pinturas ñoñas y fotográficas, que en nuestros rastros adquieren los grandes stores norteamericanos, para satisfacer la demanda y los gustos de la mayoría de sus clientes, puesto que allí, democráticamente, dicen: los clientes siempre tienen razón…).
EL ARTE ES UN HECHO MÁGICO
La verdad es que en arte los clientes nunca tienen razón. Ni en USA ni en parte alguna, porque el arte es un hecho mágico y por encima lo mecánico. A la hora de acunar el artista en el pensamiento y en el corazón la idea, él únicamente puede nutrirla y alumbrarla.
Tampoco la tuvo Dalí al anunciar un retorno al pompierismo. Los extremismos se comunican en sus compensaciones energéticas. A un destierro de arenas, desierto y sed lustral, no puede corresponderse con jarabe y confituras. Lo que corresponde es oasis y fontanas abundantes de agua pura y cristalina, y porque es así, aquí estamos ya recorriendo la temporada 1964-65, que será una etapa con mayúsculas, animado por artistas protagonistas, dotados de una técnica poderosa al servicio de una ideación temática enraizada en la tierra fértil de la poesía.
Cuando en fatigosas horas pasadas, hubimos de interrogarnos en busca de un norte orientador y sin deserción, encontramos consuelo en la certeza de que existen índices esenciales por los que siempre es posible identificar la vena áurea del humanismo, del espíritu en su pureza, de la idea en su encarnación. Este testigo sincero y veraz lo encontramos en la expresión poética de nuestra hora. Mientras otras manifestaciones de la cultura sufrían la sofisticación del dictado, los egoísmos, la presión de la publicidad o la moda, la estoica poesía permanecía puerto y hontanar donde el espíritu reposaba su verdad incontaminada, rebelde a toda accidental vulgaridad o mentira, formalismo o cantinela, desnuda como un mármol, vibrante y vital, no por la materia, sino por el pensamiento contenido.
Quede aquí apuntada esta identificación entre arte y poesía. En su apoyo quiero añadir que, a mi ver, es falsa e incompleta toda expresión artística en la que no se puede acrisolar y recuperar lo poético como final reducción y esencia. En este caso, esta norma es la que podemos encontrar todos, acerada y diamantina en las pinturas de nuestro Francisco Cortijo, que son todas ellas continente de una vivificante poesía, que aflora en sus pinceles y queda aprisionada en sus maravillosos retablos, que tienen el valor de dramáticos testimonios, de un hombre, una tierra, una circunstancia, que el artista ha vivido, ha sufrido e impresionado fuertemente en su agonismo vivencial, y que él nos la devuelve reflejada mágicamente en sus pinturas, que trascienden a mucho más que a fenómenos plásticos y muestras de un saber y oficio perfectísimos.
Las pinturas de Cortijo son poesía, épica en versos de color, profundos y alados. Sus paisajes Y seres son hermanos de aquellos de Federico, paisajes y seres de una Andalucía de surcos, y muros blancos, y mujeres enlutadas y niños que miran con sus grandes ojos al cielo azul acerado y sin nubes…
Las pinturas de Cortijo, llegan a decirnos todo lo que el artista, poeta de líneas y colores, quiere expresarnos, comunicarnos, verternos en el alma por el camino de la mirada.