Francisco Cortijo, pintor de Sevilla, cree en la creación de ambiente en nuestra ciudad 1960

Manuel Lorente

Pueblo, 29 de noviembre de 1960

Sevilla (De nuestra Redacción). –“Aquí expongo unos cuadros para sedimentar, catalizar sentimientos e ideas”. Así dice Francisco Cortijo en su invitación para “Galería Velázquez”, donde expone trece óleos y seis dibujos.

Cortijo, alto, fuerte -mente de artista en cuerpo sano-, es quizá el pintor de más porvenir con que cuenta la joven pintura sevillana. De una fuerza arrolladora, la obra de Cortijo es un documento de nuestra época. Un documento real, palpable, sentido. Sentido por un gran artista.

Durante su ausencia de Sevilla, Cortijo ha residido en Madrid, donde ha celebrado brillantes exposiciones, y también en París.

Me marché con mi mujer a París -me dice- pensando que aquello fuera otra cosa. He vuelto defraudado. La pintura que allí se hace es para americanos y nuevos ricos. En París está lo más nuevo y también lo más absurdo.

Me cuenta anécdotas de su vida en París. Exposiciones donde ha visto cosas tan extrañas como un bollo -una pieza de pan- pintado de azul. Aquello, como si fuera una escultura, había gente que lo compraba. Gente de dinero, claro.

Considero que la pintura no es para gente de dinero o no dinero -continúa Cortijo-. El arte es para todo el mundo. Tal vez sea por impotencia, pero, actualmente, considero a Madrid artísticamente más decente que París.

¿Cómo ha encontrado el ambiente artístico sevillano, a tu vuelta?

Como siempre. Sin exposiciones, sin compradores y, lo que es peor, sin preocupación en la gente.

¿Quizá por falta de pintores que interesen?

Creo que no. Más bien por falta de educación artística en el público, porque artistas hay. Entre ellos, Cristóbal Aguilar y Francisco Cuadrado, jóvenes ahora que pueden ser una gran esperanza para mañana. Sin embargo, tengo la impresión de que otros pintores, como Mauri, Federico Delgado Montiel y Armando del Río, que hace cuatro o cinco años tenían empuje, ahora están apagados. El ambiente se los está cargando.

¿Tú te vas a quedar en Sevilla?

Lo voy a intentar. Merece la pena resucitar a este pueblo.

Loable empeño en que ojalá no desmaye quien, como Cortijo, puede hacerlo.

¿Tus pinceles tienen algo que “decir”?

La realidad, las cosas que veo. Yo he sido muy pobre y lo sigo siendo: soy pintor. Este ambiente es para pintar cosas más desagradables que las que pinto.

¿A qué “ismo” perteneces?

A ninguno. Yo pretendo que mi pintura sea, no lo es, realista. No me importa que la pintura sea más o menos impresionista, expresionista o cubista. El caso es que el cuadro esté bien pintado, que sea real.

¿Quiénes han influido en ti?

En mi pintura han influido mucho Goya y Solana. También, últimamente, Quirós.

¿Qué predomina en ella?

El dibujo, sobre todo.

¿Tienen belleza tus cuadros?

En arte, como en literatura y en todo, es absurdo buscar una belleza convencional. La pintura tiene que responder al momento en que está hecha. En ese momento puede tener belleza o no tenerla. A mí no me preocupa.

¿Fuiste alumno de la Escuela de Santa Isabel de Hungría?

Desgraciadamente -responde sin dudar.

¿Por qué desgraciadamente?

Porque todos los que a mí me han enseñado, lo de enseñar es un decir, no podían hacerlo, porque ellos no saben. Técnicamente no valen nada: ni saben pintar ni dibujar. Son unos amanerados que, además, no pertenecen a nuestra época. Ni a la de ellos, claro.

Cortijo, que terminó sus estudios en la Escuela con notas excelentes, se expresa con convicción y seguro de lo que dice.

Luego si algo te han enseñado, ¿de qué te sirvió lo que aprendiste?

No me sirvió para nada. Lo que la Escuela hizo conmigo y con todos fue anularlos y dejarnos sin fuerzas para salir a la calle. La prueba son las exposiciones de primavera y otoño. Todas son una repetición de lo mismo: el bodegoncito y el paisajito bonito. Todo muy lindo.

De aquella época a la actual, ¿qué cambio ha experimentado tu pintura?

Como reacción a la Escuela y al ambiente, mi pintura era salvaje. Ahora es mucho más tranquila y procuro que sea más realista. Más rica en todo.

Cambiamos de tema y pido a Cortijo, tan “fabulosamente original” hablando como pintando, su juicio sobre Picasso y el arte abstracto.

¿Picasso?

Picasso me parece un gran pintor en su época anterior. Ahora no me interesa. Se limita a poner una firma muy grande en sus cuadros y a venderlos.

¿El arte abstracto?

Aporta muchas cosas nuevas a la pintura, pero no es el momento de hacerlo. El arte abstracto es cosa de recreo para el artista, pero hay que salvar muchos problemas antes de dedicarse a la decoración. Que eso es.

¿Cuáles son tus proyectos?

En enero presentaré una exposición colectiva de dibujos en el Ateneo y más adelante una exposición de grabados que luego llevaremos a Madrid. Y, claro está, la ilusión de que podamos quedarnos en Sevilla, de donde todos se van, que es donde hacemos falta.

Un joven, seguro de sí mismo, con un gran aplomo, que opina que los artistas tienen que responder a las necesidades de nuestro tiempo de una forma clara, como algunos ven o vemos la vida, es decir, la realidad.