Taller de litografía 1973

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Fotografía: taller de la calle Sor Ángela de la Cruz, Sevilla.
En primer plano Félix de Cárdenas; al fondo Cortijo.
Aprox. 1973

Herederos del espíritu de Estampa Popular, los talleres de obra gráfica creados por Cortijo a lo largo de su trayectoria, siempre recibieron este nombre. Son los que siguen:
Calle Castellar, Sevilla. 1966-1968
Calle Santa Ana, Sevilla. 1968-1972
Calle Sor Ángela, Sevilla. 1972-1976
Convento de San Clemente, Sevilla. 1992
Casa de Alcalá de Guadaíra, Sevilla. 1975-1996 (a día de hoy contiene el legado, maquinaria, etc.)
Calle Magdalena, Madrid. 1982-1996

A Cortijo la gente joven le estimula y se identifica con ellos. Los considera sus iguales en el camino del aprendizaje y lo comparte todo con ellos: inquietudes artísticas y políticas, talleres y estudios, medios y clientes, conocimiento y vida. Para Cortijo trabajo, vida personal, docencia y actividad política eran la misma cosa y convivían sin fisuras en el mismo tiempo.

De la gente joven le gustaba que están empezando, aprendiendo, como él se siente. Estos talleres parten de la inquietud de Cortijo por compartir su pasión por el arte y la creación y colaborar a difundir el conocimiento entre los jóvenes artistas. Su labor docente comienza en estos talleres y va a continuar en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid desde 1981 hasta 1996, compaginándola con el taller de la calle Magdalena (Madrid).

Para Cortijo, la obra gráfica es un continuo en su trayectoria y la cultiva a través de los talleres, que comparte con sus discípulos de cada momento. Cultivan todas las técnicas, desde la calcografía a la serigrafía y la litografía, con un gran rigor y calidad técnica, disponiendo de toda la maquinaria y materiales necesarios para una buena ejecución. Cortijo disfruta del rigor e investiga hasta la extenuación para conocer y trasmitir el oficio.

Se divierte con sus amigos poniendo títulos a las obras, siempre con un claro ingenio popular.
Sus discípulos o jóvenes compañeros de trabajo, aprendían las técnicas y realizaban su propia obra, de carácter muy diverso pero siempre realista.

En el caso de Cortijo, la obra gráfica es clara expresión de su inquietud social y política, que comienza en su obra con Estampa Popular. En etapas finales, la litografía le acerca al retrato más íntimo y psicológico, buscando siempre reflejar a la persona: familia, alumnos y amigos.
Los talleres fueron siempre autosuficientes, sustentándose con la venta de carpetas con colecciones que se vendían mediante suscripción. Los clientes y amigos los visitaban con frecuencia y adquirían las obras mientras disfrutaban de una apasionada tertulia. En el taller de Sor Ángela llegó a haber una sala expositiva abierta a diario.

Con frecuencia colaboraron creando obras con el objetivo de recaudar fondos para pagar multas políticas o mantener a las familias de los presos. En el taller de la calle Castelar, entre 1966 y 1968 se van a crear los famosos carteles políticos representando al Che Guevara, Karl Marx o Antonio Machado. Estos carteles son anónimos, creados en la clandestinidad y siempre estuvieron buscados por la policía político-social. Durante años se guardaron debajo de los colchones de mi hermana y mío. Las dos teníamos claras instrucciones de que en caso de que hubiera registro por sorpresa de la policía, rápidamente nos acostáramos y dijéramos que estábamos enfermas y con fiebre. Nunca los encontraron. Aunque éramos muy pequeñas, entendíamos y compartíamos la situación y nos sentíamos privilegiadas por tener la confianza de nuestros padres. ¡Teníamos nuestro pequeño papel en la resistencia antifranquista!. Esta situación nunca se vivió con drama, si bien éramos plenamente conscientes de que nuestros padres podían terminar en la cárcel si cometíamos alguna imprudencia. El sentido del humor y la alegría siempre habitaron nuestra casa.

En esta época, trabajaron en el taller y colaboraron y crearon carteles de esta serie algunos de sus discípulos del momento: María Manrique, Rolando Campos y Paco Reina entre otros.
Al margen de la obra creada expresamente como compromiso político, Cortijo utiliza siempre la obra gráfica seriada para expresarse sobre la sociedad y sus personajes. Es un virtuoso de la estampa, le gusta y la cultiva hasta el último momento en sus talleres de Magdalena (Madrid) y Alcalá de Guadaíra (Sevilla).